Los imanes se descubrieron por primera vez en Magnesia, una región de la antigua Grecia, de ahí su nombre. El registro escrito más antiguo conocido sobre imanes se remonta al siglo VI a. C., cuando el filósofo griego Tales de Mileto escribió sobre sus propiedades. Sin embargo, no fue hasta el siglo XII d.C. que los chinos desarrollaron las primeras brújulas, que utilizaban el campo magnético de la Tierra para la navegación.