Las corrientes de convección son la fuerza impulsora detrás de la tectónica de placas. Las corrientes de convección son corrientes de material caliente que se elevan desde el manto terrestre, la capa de la Tierra debajo de la litosfera. A medida que estas corrientes aumentan, hacen que las placas tectónicas se muevan.
El movimiento de las placas tectónicas es el responsable de la formación de los continentes. Los continentes son trozos de la corteza terrestre que están formados por rocas continentales, como el granito. Las rocas continentales son menos densas que las rocas que forman el fondo del océano, por lo que flotan en la superficie de la Tierra.
A medida que las placas tectónicas se mueven, pueden chocar entre sí. Cuando esto sucede, la corteza oceánica más densa es empujada debajo de la corteza continental menos densa. Este proceso se llama subducción. La subducción puede provocar la formación de cadenas montañosas, como la Cordillera de los Andes en América del Sur.
A medida que las placas tectónicas se mueven, también pueden separarse unas de otras. Cuando esto sucede, se forma nueva corteza oceánica. Este proceso se llama expansión del fondo marino. La expansión del fondo marino puede provocar la formación de cuencas oceánicas, como la del Océano Atlántico.
El movimiento de las placas tectónicas es un proceso continuo. A medida que las placas se mueven, los continentes cambian constantemente. Hace millones de años, la Tierra estaba formada por un único supercontinente llamado Pangea. Con el tiempo, Pangea se dividió en los continentes que conocemos hoy.
Los científicos estudian la tectónica de placas para comprender mejor la historia de la Tierra y cómo está cambiando. La tectónica de placas también es importante para comprender los peligros naturales, como los terremotos y los tsunamis.