La velocidad terminal de un objeto se alcanza cuando la fuerza de arrastre que actúa sobre el objeto es igual al peso del objeto. En este punto, el objeto ya no acelerará. La velocidad terminal de un objeto depende de su masa, forma y densidad del fluido a través del cual se mueve. Por ejemplo, un paracaidista alcanzará una velocidad terminal de aproximadamente 120 mph, mientras que una gota de lluvia alcanzará una velocidad terminal de aproximadamente 10 mph.