Temperatura: La velocidad del sonido aumenta al aumentar la temperatura. A medida que aumenta la temperatura del aire, las moléculas de aire se mueven más rápido y chocan con más frecuencia, transfiriendo ondas sonoras más rápidamente.
Humedad: La presencia de vapor de agua en el aire, conocida como humedad, puede afectar la velocidad del sonido. Una humedad más alta generalmente resulta en una velocidad del sonido más baja. Esto se debe a que las moléculas de vapor de agua son más grandes y pesadas que las de aire, lo que hace que las ondas sonoras se ralenticen.
Presión: La velocidad del sonido está influenciada por la presión del aire. Generalmente, cuanto mayor es la presión del aire, más rápido viaja el sonido. Esto se debe a que las moléculas de aire más densas pueden transmitir ondas sonoras de manera más eficiente.
Altitud: La velocidad del sonido disminuye al aumentar la altitud. A medida que aumenta la altitud, la densidad del aire disminuye, lo que resulta en una transmisión de sonido más lenta. Esta es la razón por la que los sonidos pueden parecer apagados o distantes en elevaciones más altas.
Composición: La composición del aire también puede afectar la velocidad del sonido. Por ejemplo, la presencia de ciertos gases, como el helio o el dióxido de carbono, puede alterar la estructura molecular y la densidad del aire, provocando cambios en la velocidad del sonido.
Es importante señalar que estos factores están interrelacionados y pueden influirse entre sí. Por ejemplo, un aumento de temperatura también puede afectar la humedad y la densidad del aire, todo lo cual puede afectar la velocidad del sonido.