Esto se debe a que, en ausencia de fricción, no hay fuerzas que actúen sobre la bicicleta para frenarla. La fricción es la fuerza que se opone al movimiento de un objeto cuando está en contacto con otra superficie. Cuando no hay fricción, el objeto seguirá moviéndose a la misma velocidad y en la misma dirección hasta que encuentre otra fuerza.
En el caso de una bicicleta que se desliza sobre una superficie nivelada, las únicas fuerzas que actúan sobre la bicicleta son la gravedad y la fuerza del viento. La gravedad tira de la bicicleta hacia abajo, pero la fuerza del viento la empuja hacia adelante. Como estas dos fuerzas son iguales y opuestas, se cancelan entre sí y la bicicleta continúa deslizándose a velocidad constante.
En realidad, siempre hay alguna fricción, aunque sea muy pequeña. Esto significa que una bicicleta eventualmente reducirá la velocidad y se detendrá si no se pedalea. Sin embargo, si la fricción es muy pequeña, la bicicleta se deslizará durante mucho tiempo antes de detenerse.