Consideremos el famoso experimento de la doble rendija, que demuestra la dualidad onda-partícula de la luz. En este experimento, un haz de luz pasa a través de dos rendijas estrechamente espaciadas y crea un patrón de interferencia en una pantalla detrás de las rendijas. El patrón puede explicarse considerando la luz como una onda que pasa a través de ambas rendijas e interfiere consigo misma.
Sin embargo, si colocamos un detector en una de las rendijas para determinar por qué rendija pasa la partícula de luz, el patrón de interferencia desaparece. Esto sugiere que el acto de observar la trayectoria de la partícula hace que se comporte más como una partícula y menos como una onda.
De manera similar, en la computación cuántica, la superposición y el entrelazamiento permiten procesamiento paralelo y cálculos complejos que son imposibles con las computadoras clásicas. Los algoritmos cuánticos, como el algoritmo de Shor para factorizar números grandes y el algoritmo de Grover para buscar bases de datos sin clasificar, aprovechan estas propiedades cuánticas para lograr aceleraciones exponenciales con respecto a los algoritmos clásicos.
Si bien los detalles de los fenómenos cuánticos pueden parecer contradictorios en comparación con las experiencias cotidianas, han sido ampliamente estudiados y verificados experimentalmente. La mecánica cuántica ha sentado las bases para avances en diversos campos, como la computación cuántica, la criptografía cuántica, la detección cuántica y la metrología cuántica.
Aunque la comprensión completa de un sistema cuántico proporciona más información y permite predicciones más precisas, el principio de que la información parcial aún puede producir resultados valiosos y precisos es una característica fundamental del mundo cuántico.