Watson y Crick, que descubrieron la estructura de doble hélice del ADN, determinaron el emparejamiento específico de A con T mediante cristalografía de rayos X. Descubrieron que la distancia entre los átomos de nitrógeno de A y los átomos de oxígeno de T es ideal para formar dos enlaces de hidrógeno, mientras que otras combinaciones posibles, como A-C o A-G, no permitirían enlaces de hidrógeno tan estables.
Además, el tamaño de A es complementario al tamaño de T, lo que permite un ajuste preciso dentro de la molécula de ADN. Este emparejamiento de bases específico garantiza la transferencia precisa de información genética durante la replicación y la transcripción, lo que permite la transmisión fiel de rasgos genéticos de una generación a otra.
Es importante señalar que esta regla de emparejamiento de bases se aplica principalmente a las moléculas de ADN. En el ARN, que desempeña un papel crucial en la síntesis de proteínas, la adenina se empareja con uracilo (U) en lugar de timina. El uracilo es estructuralmente similar a la timina pero carece de un grupo metilo que se encuentra en la timina.