Los efectos a largo plazo de la retención aún se debaten, pero hay cierta evidencia de que puede tener consecuencias negativas para el desarrollo educativo y social de los estudiantes. Por ejemplo, un estudio del Centro Nacional de Estadísticas Educativas encontró que los estudiantes retenidos tenían menos probabilidades de graduarse de la escuela secundaria y más probabilidades de quedarse desempleados cuando sean adultos. Además, los estudiantes retenidos pueden experimentar estigma social y aislamiento, lo que puede afectar aún más su éxito académico y su bienestar.
Sin embargo, es importante señalar que la retención no siempre es perjudicial. En algunos casos, puede ser un paso necesario para ayudar a los estudiantes con dificultades a ponerse al día académicamente. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Chicago encontró que los estudiantes que fueron retenidos en el jardín de infantes tenían más probabilidades de dominar la lectura y las matemáticas al final del tercer grado.
En última instancia, la decisión de retener o no a un estudiante es compleja y debe tomarse caso por caso. Hay una serie de factores a considerar, como el progreso académico del estudiante, el desarrollo social y emocional y la disponibilidad de servicios de apoyo.