El ex presidente de la federación española de fútbol, Luis Rubiales, puede enfrentar consecuencias importantes por su beso no consensuado a la estrella del fútbol español Jenni Hermoso.
Pero esta no es la norma para los perpetradores de violencia de género en el deporte. Nuestra investigación, que revisó 25 años de estudios que examinaron las experiencias de las mujeres con violencia de género en el deporte, encontró que los perpetradores rara vez rinden cuentas.
Lo más habitual es que sean libres de seguir abusando de las víctimas con impunidad.
Incluso después de que millones de personas observaran las acciones de Rubiales, era obvio que la experiencia de Hermoso fue minimizada, que organizaciones poderosas intentaron coaccionarla para que dijera que fue consensual y que se necesitaron las voces colectivas de las mujeres que apoyaban a Hermoso para contraatacar con un sonido rotundo. "no."
El deporte femenino se defiende como una plataforma para el empoderamiento y la igualdad, pero estudios anteriores han demostrado que la violencia de género es muy prevalente, oscilando entre el 26% y el 75% de la violencia psicológica, física y sexual, dependiendo de cómo se haya definido y medido la violencia. /P>
Ha habido muchos casos históricos y contemporáneos de abuso, lo que ha sacado a la luz algunas de las preocupaciones sobre cómo los perpetradores pudieron continuar su abuso durante tanto tiempo.
Nuestra investigación recopiló y analizó sistemáticamente las voces colectivas de mujeres que sufrieron violencia de género en el deporte para comprender mejor sus experiencias e informar futuras iniciativas de prevención y respuesta. Entre los participantes se encontraban atletas, entrenadores, árbitros y directivos actuales y anteriores.
La investigación encontró que las mujeres en el deporte experimentan múltiples tipos de violencia (sexual, física, psicológica, financiera), a menudo por parte de más de un perpetrador. Los entrenadores u otras figuras de autoridad son los perpetradores más comunes, seguidos por los atletas masculinos o el público en general.
Encontramos una "normalización" de estas conductas violentas en el contexto deportivo; fueron vistos como se esperaba y rutinariamente fueron excusados para obtener resultados.
Cuando las mujeres hablan y se quejan, nuestra investigación destacó que las respuestas organizacionales son impotentes en el mejor de los casos y activamente malévolas y crueles en el peor.
Las quejas a menudo no llegan a ninguna parte, es posible que no existan códigos de conducta y existe una gran falta de confidencialidad porque "todo el mundo se conoce a todo el mundo".
En algunos casos, se burlaron de las mujeres y les dijeron que habían imaginado el abuso, una estrategia deliberada de la organización para anteponer el "éxito" y la "victoria" a la seguridad de las mujeres.
En cambio, las mujeres deben hacer su propio trabajo de seguridad evitando a los perpetradores o abandonando el deporte por completo.
Proporcionado por The Conversation
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