Un mural en La Habana, Cuba, que promueve la "solidaridad" sobre el "neoliberalismo". Crédito:A. Kammas, CC BY
El neoliberalismo es un concepto complejo que mucha gente usa, y abusa, de maneras diferentes y, a menudo, contradictorias.
¿Entonces, qué es en realidad?
Cuando discuto el neoliberalismo con mis estudiantes en la Universidad del Sur de California, explico los orígenes del fenómeno en el pensamiento político, sus ambiciosas afirmaciones de promover la libertad y su problemático historial global.
'Los mercados funcionan; los gobiernos no'
El neoliberalismo sostiene que los mercados asignan recursos escasos, promueven un crecimiento eficiente y aseguran la libertad individual mejor que los gobiernos.
Según el periodista progresista Robert Kuttner, "el argumento básico del neoliberalismo puede caber en una calcomanía de parachoques. Los mercados funcionan, los gobiernos no".
Desde tal perspectiva, el gobierno representa una sobrecarga burocrática y una imposición política. El gobierno es un derroche. El entusiasmo del capitalismo, junto con una política democrática limitada, es el bálsamo del neoliberalismo para todos los males de la humanidad.
Kuttner continúa completando su mantra de calcomanías en los parachoques:"Hay dos corolarios:los mercados encarnan la libertad humana. Y con los mercados, la gente básicamente obtiene lo que se merece; alterar los resultados del mercado es malcriar a los pobres y castigar a los productivos".
Evolución del neoliberalismo
El apodo de "neoliberalismo" fue acuñado por los economistas austriacos Friedrich von Hayek y Ludwig Von Mises en 1938. Cada uno elaboró su propia versión de la noción en los libros de 1944:"Camino de servidumbre" y "Burocracia", respectivamente.
El neoliberalismo fue contrario a las estrategias económicas prevalecientes promovidas por John Maynard Keynes, que alientan a los gobiernos a estimular la demanda económica. Era lo opuesto al socialismo de gran gobierno, ya sea en su manifestación soviética o en su versión socialdemócrata europea. Los defensores del neoliberalismo adoptaron principios liberales clásicos como el laissez-faire, la política de no intervenir en los mercados.
En la década de 1970, las políticas keynesianas se tambaleaban. La organización de Hayek, la Sociedad Mont Pelerin, había atraído a ricos benefactores europeos y estadounidenses a sus filas y financiado poderosos grupos de expertos como el American Enterprise Institute y el Cato Institute. Estos grupos refinaron el mensaje del neoliberalismo, convirtiéndolo en una ideología viable y atractiva.
Para la década de 1980, el neoliberalismo había ganado ascendencia con republicanos como el presidente Ronald Reagan. Funcionarios de alto rango en las administraciones presidenciales demócratas de Jimmy Carter y, más tarde, Bill Clinton también abrazaron el neoliberalismo.
El neoliberalismo también fue defendido por conservadores como la primera ministra británica Margaret Thatcher y por instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Pero la desregulación de los mercados libres tuvo algunas consecuencias políticas desafortunadas. Promovió crisis financieras y laborales en los EE. UU. y el Reino Unido y exacerbó la pobreza y la inestabilidad política. La crisis se sintió desde el Sur Global hasta el Noroeste de los EE. UU., y se manifestó en las protestas contra la Organización Mundial del Comercio a las que a menudo se hace referencia como "La Batalla de Seattle". Para críticos como Frantz Fanon y David Harvey, el neoliberalismo es más parecido al neoimperialismo o al neocolonialismo. Básicamente, afirman, logra viejos fines, explotar a la clase trabajadora mundial, a través de nuevos medios.
Esta crítica alimenta otro argumento:que el neoliberalismo alberga sentimientos antidemocráticos. ¿Qué pasa si los ciudadanos prefieren la regulación y supervisión del gobierno? La historia demuestra que los incondicionales neoliberales aún impulsarían la ortodoxia del mercado sobre la opinión popular.
Un ejemplo extremo de esto fue el apoyo de Hayek al régimen represivo de Pinochet en Chile. Augusto Pinochet derrocó al gobierno socialista popular de Salvador Allende en 1973. Pinochet fue recibido con cautela por la administración de Nixon y visto con buenos ojos tanto por Reagan como por Thatcher. En su opinión, el compromiso de Pinochet con el neoliberalismo superó su carácter antidemocrático.
Esta historia ayuda a explicar la elección el año pasado de Gabriel Boric, presidente de Chile de 36 años. Boric postuló con una agenda de cambios profundos luego de un período de agitación por las políticas de la era de Pinochet. Su lema de campaña fue "Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba".
Una ideología defectuosa y contradictoria
A partir de la década de 1980 y durante mucho tiempo después, el neoliberalismo evocaba para muchos estadounidenses la libertad individual, la soberanía del consumidor y la eficiencia corporativa. Muchos demócratas y republicanos la defendieron para justificar sus políticas y atraer votantes.
Pero, en mi opinión, esa fue solo la fachada popular de una ideología profundamente defectuosa.
Basta con considerar las consecuencias de la desregulación bancaria de EE. UU. después de la crisis financiera mundial de 2008 para ver qué sucede cuando el gobierno permite que los mercados funcionen solos. Los indicadores económicos estadounidenses clave, como la desigualdad de clases, también cuentan la sombría historia de los mercados sin control.
Para muchos estadounidenses, sin embargo, la mitología de la libertad individual sigue siendo fuerte. Los políticos estadounidenses que insinúan reducirlo, por ejemplo, proponiendo más regulaciones o mayores gastos sociales, a menudo son tildados de "socialistas".
En última instancia, el neoliberalismo fue hijo de su tiempo. Es una gran narrativa nacida de la era de la Guerra Fría, que afirma tener la solución a los males de la sociedad a través del poder de los mercados capitalistas y la desregulación del gobierno.
No hay escasez de artículos que demuestren que no ha cumplido su promesa. Podría decirse que ha empeorado las cosas.
Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Las políticas y las instituciones neoliberales han fomentado la preferencia por una mayor desigualdad, según un nuevo estudio