El viento puede recoger y arrastrar partículas sueltas y secas de tierra y arena, un proceso llamado deflación. Los vientos fuertes pueden eliminar cantidades sustanciales de tierra con el tiempo, lo que lleva a la formación de depresiones o explosiones.
2. Abrasión:
Las partículas de arena y polvo arrastradas por el viento actúan como diminutos papeles de lija, desgastando y desgastando las superficies expuestas de rocas, edificios y otras estructuras. Este proceso, conocido como abrasión, es particularmente prominente en regiones áridas y semiáridas.
3. Desgaste:
Cuando las partículas arrastradas por el viento chocan entre sí, se rompen y fracturan, creando partículas más pequeñas y finas. Este proceso se conoce como desgaste, contribuye a la reducción del tamaño del suelo y de los fragmentos de roca.
4. Transporte:
El viento puede transportar materiales erosionados a largas distancias. Las partículas finas, como el polvo y el limo, pueden transportarse a altas alturas de la atmósfera y eventualmente depositarse lejos de su origen. Esto puede resultar en la acumulación de depósitos arrastrados por el viento llamados loess. Las partículas más grandes, como la arena, se acercan al suelo mediante un proceso llamado saltación.
Es importante señalar que el poder erosivo del viento depende de varios factores, incluida la velocidad del viento, la disponibilidad de partículas sueltas y la presencia de vegetación u otra cubierta protectora.