En términos más simples, el agua tarda más en calentarse y enfriarse en comparación con el suelo. Cuando se expone a la misma cantidad de luz solar, el campo abierto, compuesto principalmente de tierra, se calienta más rápidamente debido a su menor capacidad calorífica específica. Como resultado, la temperatura en campo abierto puede aumentar significativamente durante el día.
Por el contrario, el estanque, con su mayor capacidad calorífica específica, absorbe y retiene el calor de forma más gradual. Esto significa que la temperatura del estanque tarda más en aumentar, incluso cuando se expone a la luz solar directa. Como resultado, el estanque permanece más fresco que el campo abierto durante todo el día.
Además, la presencia de agua en el estanque contribuye al efecto refrescante. El agua sufre un proceso llamado evaporación, donde las moléculas de agua escapan de la superficie y se convierten en vapor de agua. Este proceso requiere energía, que se toma del entorno circundante, lo que produce un efecto de enfriamiento.
La combinación de la mayor capacidad calorífica específica del agua y el efecto de enfriamiento por evaporación crea un microclima cerca del estanque que generalmente es más frío que el campo abierto circundante.