La Tierra primitiva no necesitaba protegerse del frío, ya que en aquel entonces hacía mucho más calor. Durante los eones Arcaico y Proterozoico, que abarcaron desde hace unos 3.800 millones de años hasta hace 541 millones de años, la Tierra experimentó temperaturas extremadamente altas conocidas como fases de "Tierra caliente" o de "invernadero". En aquella época, los niveles de dióxido de carbono y metano estaban elevados en la atmósfera y actuaban como gases de efecto invernadero, creando un ambiente cálido y húmedo adecuado para el desarrollo de las primeras formas de vida. Sólo más tarde, durante períodos como el período criogénico y las edades de hielo, la Tierra experimentó importantes episodios de enfriamiento y glaciaciones.