Aquí, los investigadores informan simulaciones por computadora que indican que la clave está en las pequeñas protuberancias conocidas como pezones corneales que se forman en una red hexagonal en la superficie de los ojos de los insectos. Al analizar cómo esta geometría cambia los patrones de las señales neuronales emitidas por las neuronas de la retina en respuesta a la luz polarizada entrante, muestran que esta estructura actúa como un mecanismo de brújula de alta sensibilidad específicamente adaptado al sistema visual de los insectos. Confirman esta conclusión con grabaciones neuronales que indican que las neuronas de los insectos producen una señal de salida que codifica la dirección de la brújula celeste exactamente como lo predice su modelo computacional.