1. Expresiones faciales: Los caballos son buenos para reconocer expresiones faciales y asociar ciertas expresiones con emociones específicas. Pueden diferenciar entre caras felices, enojadas, temerosas o sorprendidas y pueden reaccionar de manera diferente según la emoción percibida.
2. Lenguaje corporal: Los caballos son agudos observadores de los movimientos y posturas del cuerpo. Pueden interpretar el lenguaje corporal relajado y abierto como un signo de confianza y amistad, mientras que el lenguaje corporal tenso y cerrado puede indicar malestar o agresión.
3. Contacto visual: Los caballos se miran mutuamente con los humanos, tal como lo hacemos nosotros entre nosotros. Mantener el contacto visual es una forma de comunicación para los caballos, y pueden percibir el estado emocional de una persona en función de la dirección de su mirada y la dilatación de las pupilas.
4. Aroma: Los caballos tienen un sentido del olfato muy desarrollado y lo utilizan para recopilar información sobre su entorno y sus interacciones sociales. Pueden detectar cambios sutiles en el olor del cuerpo humano que pueden indicar estados emocionales, como estrés o miedo.
5. Toque: Los caballos son sensibles al tacto y pueden interpretar la forma en que los manejamos y acariciamos. Un toque suave y tranquilizador puede crear una sensación de comodidad y vínculo, mientras que un toque áspero o agresivo puede provocar una reacción negativa.
6. Voz y Tono: Los caballos prestan atención al sonido y tono de nuestra voz. Una voz calmada y calmada puede tener un efecto calmante en ellos, mientras que un tono fuerte y áspero puede causar ansiedad o estrés.
A través de sus agudas habilidades de observación y sensibilidad a las señales sociales humanas, los caballos pueden formar conexiones profundas con las personas y convertirse en compañeros confiables en diversos contextos, como deportes ecuestres, terapia o actividades de ocio.