1. Cordas de montaña a juego:
* Tipos y estructuras de roca similares: Al examinar las cadenas montañosas en diferentes continentes, los científicos han descubierto tipos de rocas sorprendentemente similares, edades y estructuras geológicas. Por ejemplo, las montañas de los Apalaches de América del Norte comparten similitudes notables con las montañas de Escocia de Caledonia y las montañas de Groenlandia, lo que sugiere que alguna vez estuvieron conectados.
* formaciones "coincidentes": En algunos casos, las formaciones rocosas específicas que se encuentran en una cordillera se pueden rastrear a través de un océano hasta una cordillera aparentemente dispares, lo que indica que se formaron juntas y luego se separaron por la deriva continental.
2. Evidencia de fósiles antiguos:
* Especies idénticas en continentes distantes: Los descubrimientos fósiles han revelado la presencia de especies idénticas de animales terrestres y plantas en continentes ahora separados por vastas océanos. Esta distribución solo podría explicarse si estos continentes se unieron una vez, permitiendo la libre circulación de estos organismos.
3. Datos paleomagnéticos:
* Alineación magnética de rocas: Las rocas contienen rastros del campo magnético de la Tierra en el momento en que se formaron. Al analizar los datos paleomagnéticos de las rocas en varias cadenas montañosas, los científicos han descubierto que se alinean como si estuvieran una vez en una sola ubicación, lo que respalda la idea de Pangea.
Ejemplo:
* Las montañas de los Apalaches en América del Norte y las montañas de Caledonia en Escocia muestran una fuerte evidencia de una historia geológica compartida. Fueron formados por los mismos eventos de construcción de montañas, tienen tipos y edades de roca similares, y exhiben un patrón coincidente de plegamiento y fallas. Estas similitudes serían muy poco probables si se formaran independientemente en continentes separados.
En conclusión:
La alineación, la geología coincidente y la evidencia fósil asociada con las cadenas montañosas en todos los continentes apoyan firmemente la teoría de Pangea. Estas observaciones ofrecen una ventana convincente al pasado de la tierra, ilustrando la naturaleza dinámica de nuestro planeta y la evolución constante de su superficie durante millones de años.