Los suelos también comparten una serie de propiedades comunes, como textura, estructura y pH. La textura se refiere al tamaño y la forma de las partículas minerales en un suelo, mientras que la estructura se refiere a la forma en que están dispuestas estas partículas. El pH es una medida de la acidez o alcalinidad de un suelo.
A pesar de estas similitudes, los suelos también pueden ser muy diferentes entre sí. Algunos de los factores que pueden contribuir a las diferencias del suelo incluyen el clima, la vegetación, la topografía y el material parental.
El clima puede afectar la formación del suelo al influir en la velocidad de erosión, la cantidad de materia orgánica que se acumula en el suelo y el tipo de vegetación que crece en el suelo. La vegetación también puede influir en la formación del suelo al agregar materia orgánica al suelo y al cambiar el pH del suelo. La topografía puede afectar la formación del suelo al influir en la cantidad de agua que drena a través del suelo y la tasa de erosión. El material parental se refiere al material a partir del cual se forma un suelo. La mineralogía y la textura del material original pueden tener un impacto significativo en las propiedades del suelo.
Como resultado de estos diferentes factores, los suelos pueden variar mucho en su fertilidad, su capacidad para retener agua y su susceptibilidad a la erosión. Es importante comprender las propiedades de un suelo antes de utilizarlo para un propósito particular.