La caracola reina es un caracol grande con una concha en espiral. El caparazón suele ser de color canela claro o marrón, con marcas de color marrón oscuro o negro. El caparazón puede medir hasta 12 pulgadas de largo y el animal en sí puede pesar hasta 5 libras.
Las caracolas reina son herbívoras y su dieta se compone principalmente de algas y pastos marinos. También se sabe que comen otros moluscos, como almejas y ostras.
Las caracolas reina son semélparas, lo que significa que mueren después de reproducirse. Por lo general, se reproducen una vez al año y las hembras pueden poner hasta 1 millón de huevos a la vez. Los huevos se liberan en la columna de agua y se convierten en larvas que flotan durante varias semanas antes de asentarse y convertirse en adultos.
El caracol rosado es una especie importante en el ecosistema caribeño y latinoamericano. Proporciona alimento y refugio a otros animales marinos y ayuda a mantener limpio el fondo marino al comer algas y pastos marinos. La caracola reina también es un símbolo cultural importante y aparece en muchas canciones, bailes e historias tradicionales caribeñas y latinoamericanas.
Sin embargo, el caracol rosado enfrenta una serie de amenazas, incluida la pérdida de hábitat, la sobrepesca y la contaminación. En muchas zonas, el caracol rosado ha sido sobreexplotado hasta el punto de colapsar. En un esfuerzo por proteger el caracol rosado, muchos países han promulgado regulaciones que limitan la cantidad de caracoles que se pueden capturar y el tamaño de las caracoles que se pueden recolectar.
Las Bahamas han sido líderes en la conservación del caracol rosado. En 1992, las Bahamas prohibieron la exportación de caracoles rosados. Además, las Bahamas han establecido una serie de áreas marinas protegidas donde los caracoles rosados están protegidos de la pesca.
Los esfuerzos de conservación de las Bahamas han tenido éxito al ayudar a restaurar la población del caracol rosado. En los últimos años, la población del caracol rosado ha aumentado en muchas zonas de las Bahamas. Este ha sido un avance positivo para el ecosistema y la economía de las Bahamas y también ha ayudado a preservar el patrimonio cultural de las Bahamas.