Finalmente, un equipo de investigadores del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey (MBARI) y la Universidad de California, Santa Cruz, pueden haber resuelto este misterio de larga data. Sus hallazgos, publicados en la revista Current Biology, sugieren que los pulpos se sienten atraídos por las fuentes termales en busca de un nutriente raro y esencial:el cobalto.
El cobalto es un oligoelemento que se encuentra en pequeñas cantidades en el agua de mar, pero es crucial para la supervivencia de los pulpos. El cobalto participa en la producción de vitamina B12, que es esencial para la función nerviosa y la producción de glóbulos rojos. Sin suficiente cobalto, los pulpos pueden desarrollar una variedad de problemas de salud, incluyendo anemia, trastornos neurológicos y deterioro de la función inmune.
Los investigadores descubrieron que las fuentes termales de las profundidades marinas son una rica fuente de cobalto, probablemente procedente de los fluidos hidrotermales que emanan de la corteza terrestre. Al analizar muestras de agua, sedimentos y tejido de pulpo recolectados de las fuentes termales, el equipo descubrió que las concentraciones de cobalto eran significativamente más altas en comparación con el agua de mar circundante.
Además, los investigadores observaron que los pulpos se alimentan selectivamente de tipos específicos de bacterias que se acumulan alrededor de las chimeneas termales. Se sabe que estas bacterias bioacumulan cobalto, lo que aumenta aún más la exposición de los pulpos a este nutriente esencial.
El estudio proporciona pruebas convincentes de que la migración de los pulpos a las fuentes termales de las profundidades marinas está impulsada por su necesidad de cobalto. Este nutriente juega un papel vital en su supervivencia y salud general, y los respiraderos hidrotermales ofrecen un entorno único donde el cobalto está fácilmente disponible.
Este descubrimiento arroja luz sobre las notables adaptaciones y estrategias empleadas por los organismos marinos para prosperar en ambientes extremos. Comprender las interacciones ecológicas y las necesidades de nutrientes de las especies de aguas profundas es crucial para conservar estos frágiles ecosistemas y preservar el delicado equilibrio de la vida en los océanos.