1. Normas de construcción inadecuadas: Muchos de los edificios que colapsaron o sufrieron daños durante el terremoto se construyeron antes de que existieran los códigos de construcción modernos. Estos códigos están diseñados para garantizar que los edificios puedan resistir terremotos, pero muchos edificios más antiguos no cumplen con estos estándares.
2. Falta de educación pública: Muchos neozelandeses no son conscientes de los riesgos de los terremotos ni de cómo prepararse para ellos. Esto se debe en parte al hecho de que los terremotos son relativamente raros en Nueva Zelanda. Sin embargo, el reciente terremoto ha demostrado que incluso un país con un riesgo bajo de terremotos puede verse afectado por un desastre importante.
3. Dependencia excesiva de los servicios de emergencia voluntarios: Los servicios de emergencia de Nueva Zelanda están compuestos en gran medida por voluntarios. Si bien estos voluntarios están altamente capacitados y dedicados, no siempre pueden brindar el nivel de respuesta que se necesita en un desastre importante.
4. Falta de coordinación entre agencias gubernamentales: La respuesta al terremoto se vio obstaculizada por la falta de coordinación entre las agencias gubernamentales. Esto se debe en parte al hecho de que Nueva Zelanda tiene un sistema de gobierno complejo, con múltiples agencias responsables de diferentes aspectos de la respuesta a desastres.
El gobierno de Nueva Zelanda ha reconocido estos problemas y está trabajando para abordarlos. El gobierno ha anunciado una serie de cambios en los códigos de construcción, la educación pública y los servicios de emergencia. El gobierno también está trabajando para mejorar la coordinación entre las agencias gubernamentales.
El terremoto ha sido una llamada de atención para Nueva Zelanda. El país ahora es más consciente de los riesgos de los terremotos y está mejor preparado para responder a futuros desastres.