La principal fuente de energía y movimiento de las olas es el viento, que es impulsado por el calentamiento desigual de la superficie de la Tierra por el sol. Cuando el aire caliente se eleva desde áreas calentadas, crea corrientes de aire que se mueven a través de la superficie del océano. Estas corrientes de aire generan fricción con las moléculas de agua, transfiriendo energía al océano y creando olas. El movimiento de las olas, a su vez, genera energía en forma de energía cinética y potencial, que puede aprovecharse para diversas aplicaciones, como la generación de electricidad, la desalinización y la acuicultura. Sin embargo, vale la pena señalar que, en algunos casos, las ondas también pueden ser generadas por eventos sísmicos como terremotos, deslizamientos de tierra o explosiones submarinas.