1. Bolsas de aire: Las fibras de lana se rizan de forma natural, creando pequeñas bolsas de aire que atrapan el calor y proporcionan aislamiento. Estas bolsas de aire actúan como una barrera, impidiendo que el calor escape del cuerpo.
2. Gestión de la humedad: La lana tiene la capacidad de absorber el vapor de humedad sin sentirse húmeda. A diferencia del algodón, que absorbe la humedad y la retiene, la lana elimina la humedad de la piel y permite que se evapore. Esto ayuda a regular la temperatura corporal y previene el sobrecalentamiento o el enfriamiento rápido.
3. Transpirabilidad: La lana es muy transpirable, lo que permite que el aire circule y evita la congestión. Esta transpirabilidad ayuda a mantener condiciones corporales cómodas durante distintos niveles de actividad.
4. Multicapa: Las fibras de lana tienen una estructura en forma de escamas que les permite entrelazarse y crear múltiples capas. Estas capas atrapan el aire caliente y proporcionan aislamiento adicional.
5. Resiliencia: Las fibras de lana tienen una elasticidad natural, lo que les permite recuperarse después de la compresión. Esta resistencia ayuda a que la lana conserve sus propiedades aislantes incluso después de uso y lavado repetidos.
6. Contenido de lanolina: La lana contiene una cera natural llamada lanolina, que tiene propiedades resistentes al agua. La lanolina ayuda a repeler la humedad, mejorando aún más las capacidades aislantes de la lana.
7. A granel: Las fibras de lana tienen un alto grado de volumen, lo que significa que pueden atrapar una cantidad significativa de aire. La mayor parte de la lana contribuye a sus propiedades aislantes.
En general, la combinación de bolsas de aire, control de la humedad, transpirabilidad, multicapa, resiliencia, contenido de lanolina y volumen hacen de la lana un aislante muy eficaz. Regula la temperatura corporal, elimina la humedad y garantiza el confort en diversas condiciones climáticas, lo que lo convierte en un material valioso para ropa y ropa de cama.