Además, cuando comemos alimentos que contienen carbono, como plantas o animales, también estamos ingiriendo el carbono que estaba almacenado en esos organismos. Cuando digerimos estos alimentos, el carbono se libera al medio ambiente mediante el proceso de respiración.
Finalmente, cuando quemamos combustibles fósiles, como carbón, petróleo y gas natural, estamos liberando carbono que ha estado almacenado bajo tierra durante millones de años. Este proceso se conoce como combustión.
Todos estos procesos contribuyen a la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero, lo que significa que atrapa calor en la atmósfera. Esto puede conducir al cambio climático, que puede tener una variedad de impactos negativos en la salud humana y el medio ambiente.