En comparación con otros metales comunes, el aluminio tiene una capacidad calorífica específica relativamente alta. Esto significa que puede absorber y almacenar una cantidad importante de calor sin sufrir un aumento significativo de temperatura. Esta propiedad hace que el aluminio sea un material adecuado para diversas aplicaciones en las que la gestión del calor y la estabilidad de la temperatura son importantes, como en utensilios de cocina, disipadores de calor y componentes de automóviles.