La falta de sueño engorda
Los investigadores creen que la calidad y duración del sueño pueden cambiar los niveles de hormonas que afectan el apetito (grehlina y leptina). Estas hormonas ayudan a regular la sensación de hambre y saciedad.
Un sueño de mala calidad puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Los niveles altos de cortisol también pueden significar niveles más altos de azúcar en la sangre y antojos de alimentos grasos y salados.