Riesgos para la salud
Los trabajadores sexuales corren un mayor riesgo de contraer COVID-19 debido al contacto cercano que implica su trabajo. Muchas trabajadoras sexuales no tienen acceso a equipos de protección adecuados, como máscaras y guantes, y es posible que no puedan practicar el distanciamiento social. Esto las pone en riesgo de infección tanto por parte de los clientes como de otros trabajadores sexuales.
Además, las personas que ejercen el trabajo sexual suelen ser marginadas y discriminadas, lo que puede dificultarles el acceso a la atención sanitaria. Esto puede provocar un retraso en el diagnóstico y el tratamiento de la COVID-19, lo que puede aumentar el riesgo de complicaciones graves o incluso la muerte.
Dificultades económicas
La pandemia ha provocado una importante recesión económica, que ha tenido un impacto devastador en la industria del sexo. Muchas trabajadoras sexuales han perdido sus empleos o han visto sus ingresos drásticamente reducidos. Esto les ha dificultado pagar las necesidades básicas, como comida y vivienda. Algunas trabajadoras sexuales incluso se han visto obligadas a recurrir al trabajo sexual para sobrevivir.
estigma social
La pandemia también ha provocado un aumento del estigma social contra las trabajadoras sexuales. Mucha gente cree erróneamente que las trabajadoras sexuales tienen más probabilidades de propagar el COVID-19, aunque no hay pruebas que respalden esta afirmación. Este estigma puede dificultar que las personas que ejercen el trabajo sexual encuentren trabajo y puede provocar discriminación y acoso.
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador en la industria del sexo y las trabajadoras sexuales. Es esencial que los gobiernos y las organizaciones tomen medidas para apoyar a las personas que ejercen el trabajo sexual durante esta crisis, incluido brindarles acceso a atención médica, asistencia financiera y condiciones laborales seguras.