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  • Coches sin conductor:¿quién está protegido? Un estudio muestra que el público utiliza una ética inconsistente en cuestiones de seguridad
    Un nuevo estudio sobre las actitudes del público hacia los vehículos sin conductor reveló que las personas tienen preferencias éticas inconsistentes cuando se trata de responsabilidad en accidentes entre vehículos autónomos y conducidos por humanos. La investigación plantea preocupaciones sobre posibles batallas legales y la insatisfacción pública si los fabricantes de automóviles y los reguladores se basan en reglas rígidas para la asignación de fallas.

    El estudio, publicado en la revista Nature Machine Intelligence, realizó encuestas con más de 2.500 participantes de Estados Unidos y Alemania. Los investigadores presentaron a las personas escenarios hipotéticos en los que un automóvil autónomo o conducido por humanos se veía involucrado en un accidente y les pidieron que asignaran la responsabilidad del accidente.

    Los resultados pusieron de relieve una diferencia significativa en la opinión pública sobre la responsabilidad según las circunstancias del accidente. Cuando un coche autónomo cometía un error, la gente tendía a priorizar la protección de los ocupantes del vehículo y culpar al fabricante del coche. Sin embargo, cuando la culpa era de un conductor humano, los participantes a menudo se centraban en penalizarlo y daban menos importancia al daño potencial causado a otros.

    "Vimos una clara tendencia en la que la gente aplicaba un 'sesgo a favor de los ocupantes' a los coches autónomos. Favorecían proteger a los que estaban dentro del coche, incluso si eso significaba un mayor daño potencial a los peatones y otros usuarios de la vía", explica el Dr. Johannes Himmelreich, director autor del estudio e investigador del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano.

    Este sesgo se alinea con la creencia generalizada de que los fabricantes y desarrolladores de vehículos autónomos deberían ser los principales responsables de su seguridad. Sin embargo, los expertos jurídicos señalan que este enfoque podría desalentar el desarrollo y la innovación en la industria del automóvil autónomo.

    Además, el estudio reveló una falta de coherencia en los juicios morales, incluso dentro del mismo individuo. Por ejemplo, los participantes aplicaron el sesgo a favor del ocupante con más fuerza en los casos en que el vehículo autónomo transportaba niños.

    "Nuestros hallazgos exigen un enfoque más refinado de la seguridad y la responsabilidad que considere el contexto específico de cada accidente y sopese una gama más amplia de consideraciones éticas", dice el coautor Dr. Christopher Graeber del Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford. "No basta con imponer una responsabilidad estricta a los fabricantes de automóviles o a los conductores".

    Las preferencias públicas inconsistentes plantean un desafío importante para los reguladores y formuladores de políticas que están desarrollando pautas legales y éticas para los automóviles autónomos. Si la responsabilidad se asigna basándose únicamente en el comportamiento del vehículo autónomo, podría no tener en cuenta los casos en los que el error humano o factores externos contribuyan a los accidentes. Por el contrario, centrarse únicamente en las normas tradicionales de responsabilidad para los conductores humanos puede pasar por alto los atributos únicos de los vehículos autónomos.

    "Nuestro estudio muestra cuán complejas son las consideraciones éticas y legales en torno a los vehículos autónomos", afirma el coautor Prof. Dr. Christoph Trautman de la Universidad de Viena. "No existe una solución sencilla y la opinión pública está dividida. En última instancia, corresponderá a los responsables políticos lograr un equilibrio entre innovación, seguridad y responsabilidad justa".

    A medida que los automóviles sin conductor se vuelven una característica más prominente en nuestras carreteras, abordar los desafíos éticos y legales que presentan requerirá una cuidadosa consideración de todas las partes interesadas, incluidos los fabricantes de automóviles, los legisladores y el público.

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