* aislamiento: El plástico y la baquelita son excelentes aislantes eléctricos. Esto es crucial para los interruptores porque necesitan evitar que la corriente eléctrica fluya a través del interruptor en sí, asegurando que solo se active el circuito deseado. Los metales, al ser excelentes conductores, permitirían que la corriente fluya a través del interruptor, lo que potencialmente causa un cortocircuito o electrocución.
* Durabilidad: Si bien algunos plásticos y baquelitas pueden ser frágiles, generalmente son más resistentes al desgaste que los metales. Esto es importante para los interruptores que se usan con frecuencia.
* Costo: El plástico y la baquelita son significativamente más baratos de fabricar que los metales. Esto los convierte en una opción más rentable para la producción en masa.
* Moldabilidad: El plástico y la baquelita se pueden moldear fácilmente en formas complejas, lo que permite la creación de interruptores con diseños y funcionalidades intrincadas. Esto no se puede lograr tan fácilmente con los metales.
* Resistencia al calor: Algunos plásticos y baquelitas pueden soportar temperaturas más altas que otras, haciéndolos adecuados para aplicaciones donde el calor es un factor.
* Estética: El plástico y la baquelita pueden colorear y texturizar fácilmente, lo que permite una amplia gama de opciones estéticas.
Sin embargo, hay algunas situaciones en las que se usan interruptores de metal:
* Aplicaciones de alta corriente: Para los interruptores que necesitan manejar corrientes extremadamente altas, el metal a veces se usa para mejorar la conductividad y reducir la acumulación de calor.
* entornos industriales: En entornos industriales exigentes donde los interruptores necesitan resistir temperaturas extremas, entornos corrosivos o un gran impacto, se pueden usar metales como el acero inoxidable para su durabilidad y resistencia a la corrosión.
En última instancia, la elección del material para un interruptor depende de su uso previsto y los requisitos específicos de la aplicación.