La relación inversa entre viscosidad y presión puede explicarse por la estructura molecular de los líquidos. Los líquidos están formados por moléculas que se mantienen unidas por fuerzas intermoleculares, como las fuerzas de van der Waals, los enlaces de hidrógeno o los enlaces iónicos. Cuando se aplica presión a un líquido, las fuerzas intermoleculares entre las moléculas se vuelven más fuertes, lo que hace que se acerquen más y reduzcan el espacio disponible para que se muevan unas sobre otras. Esto da como resultado una disminución en la viscosidad del líquido.
La velocidad a la que la viscosidad disminuye al aumentar la presión varía según el tipo de líquido y la temperatura. Para la mayoría de los líquidos, la disminución de la viscosidad con la presión es más significativa a temperaturas más bajas. Esto se debe a que las fuerzas intermoleculares entre las moléculas son más fuertes a temperaturas más bajas, lo que las hace más resistentes a los efectos de la presión.
En resumen, la viscosidad de los líquidos generalmente disminuye al aumentar la presión debido al empaquetamiento más estrecho de las moléculas y la menor resistencia al flujo. Sin embargo, la tasa de disminución de la viscosidad con la presión depende del líquido específico y de la temperatura.