Durante el invierno, cuando las temperaturas caen por debajo del punto de congelación, el agua del suelo y dentro de los vasos del árbol puede congelarse y formar cristales de hielo. Estos cristales de hielo pueden dañar las paredes celulares e interrumpir el movimiento del agua y los nutrientes por todo el árbol.
Sin embargo, debido a las fuertes propiedades cohesivas de las moléculas de agua, el agua puede seguir transportándose a través del árbol incluso en condiciones de congelación. Las moléculas de agua se unen y forman una columna continua que permite que el agua pase desde las raíces hasta las hojas.
Esta cohesión ayuda a mantener el equilibrio hídrico interno del árbol y previene la deshidratación y el daño a las células, lo que permite que el árbol sobreviva las duras condiciones invernales.