Los enlaces iónicos suelen formarse entre un metal y un no metal. Por ejemplo, en el cloruro de sodio (NaCl), el sodio pierde un electrón frente al cloro, lo que da como resultado la formación de iones Na+ y Cl-. Luego, estos iones son atraídos entre sí por sus cargas opuestas, formando un enlace iónico.
La fuerza de un enlace iónico depende de varios factores, incluida la carga de los iones, el tamaño de los iones y la distancia entre los iones. Cuanto mayor sea la carga de los iones, más fuerte será el enlace iónico. Cuanto más pequeños son los iones, más fuerte es el enlace iónico. Y cuanto más corta es la distancia entre los iones, más fuerte es el enlace iónico.
Los enlaces iónicos son responsables de la formación de muchos compuestos comunes, como la sal de mesa, el bicarbonato de sodio y el yeso de París. También desempeñan un papel importante en la estructura y función de moléculas biológicas, como proteínas y ácidos nucleicos.