Algunos metales reactivos, como el sodio y el potasio, son tan reactivos que pueden encenderse en el aire. Almacenar estos metales en aceite ayuda a evitar que entren en contacto con el aire, lo que podría provocar un incendio.
El aceite también ayuda a proteger los metales reactivos de daños mecánicos. Cuando los metales reactivos se almacenan en aceite, es menos probable que se rayen o abollen, lo que puede debilitar el metal y hacerlo más susceptible a la corrosión.
Además de proteger los metales reactivos de la corrosión y los daños mecánicos, el aceite también puede ayudar a mejorar la conductividad térmica de los metales. Esto significa que el calor se puede transferir más fácilmente a través del metal, lo que puede resultar beneficioso en algunas aplicaciones.