1. Elija un combustible adecuado:
Seleccione un combustible que experimente una combustión completa, como metano (CH4) o propano (C3H8). Estos combustibles reaccionan con el oxígeno para producir dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O).
2. Configuración experimental:
- Utilice un sistema cerrado, como un recipiente de vidrio sellado o una cámara de combustión, para garantizar que no se pierda ni se gane masa durante la reacción.
- Colocar una masa conocida del combustible dentro del contenedor.
- Conectar el recipiente a una fuente de oxígeno o utilizar una bomba de aire para introducir una cantidad controlada de aire.
3. Encendido:
Encienda el combustible usando una chispa u otra fuente de ignición. Deje que la reacción de combustión continúe hasta que se complete.
4. Medición de Productos:
- Una vez completada la reacción, medir la masa de los productos restantes dentro del recipiente. Esto incluye la masa de los residuos sólidos (cenizas) y la masa del propio recipiente.
- Recoger los productos gaseosos, como CO2 y H2O, y determinar su masa. Esto se puede hacer haciendo pasar los gases a través de una serie de trampas o condensadores.
5. Cálculo del balance de masa:
- Calcular la masa total de los productos (residuos sólidos, productos gaseosos y recipiente) y compararla con la masa inicial del combustible.
6. Conservación de la Masa:
- Si la masa total de los productos es igual a la masa inicial del combustible, demuestra que la masa se conserva durante la combustión. Cualquier discrepancia entre las masas inicial y final indica errores potenciales o combustión incompleta.
Al controlar cuidadosamente las condiciones experimentales, tener en cuenta todos los productos y realizar mediciones de masa precisas, se pueden proporcionar pruebas que respalden la conservación de la masa durante las reacciones de combustión.