La terapia de reemplazo de oxígeno generalmente implica administrar oxígeno puro a través de varios dispositivos o métodos, que incluyen:
1. Cánula nasal: Un tubo delgado y flexible con puntas que descansan suavemente en las fosas nasales y suministran oxígeno directamente a los conductos nasales.
2. Máscara de oxígeno: Una mascarilla de plástico transparente que cubre la nariz y la boca y proporciona una mayor concentración de oxígeno que las cánulas nasales.
3. Ventilador: Dispositivo mecánico que ayuda a respirar suministrando oxígeno y eliminando dióxido de carbono de los pulmones. Los ventiladores se utilizan comúnmente en unidades de cuidados intensivos (UCI) o para pacientes que requieren asistencia respiratoria más importante.
4. Tienda de oxígeno: Una gran cámara cerrada que rodea la cama de la persona y proporciona un ambiente controlado y enriquecido con oxígeno. Las tiendas de campaña de oxígeno eran comunes en el pasado, pero hoy en día rara vez se utilizan debido a limitaciones logísticas y prácticas.
El tipo específico de dispositivo de suministro de oxígeno y el caudal de oxígeno se determinan en función de la condición y las necesidades de oxígeno del individuo. Un médico prescribirá y controlará de cerca la oxigenoterapia, haciendo los ajustes necesarios para mantener niveles adecuados de oxígeno en la sangre.
El reemplazo de oxígeno es generalmente seguro y bien tolerado, siendo relativamente poco comunes las posibles complicaciones. La administración prolongada o excesiva de oxígeno puede provocar toxicidad por oxígeno, lo que puede provocar inflamación pulmonar y disminución de la función pulmonar. La monitorización adecuada y el cumplimiento de los niveles de oxígeno prescritos son cruciales para garantizar el uso seguro y eficaz de la terapia de reemplazo de oxígeno.