Un ejemplo clásico de sustancias no conmutativas en química es la reacción entre dos enantiómeros, que son isómeros especulares de una molécula quiral. Los enantiómeros tienen la misma fórmula química y conectividad de átomos, pero difieren en la disposición espacial de sus átomos. Cuando dos enantiómeros reaccionan entre sí, el orden en que se mezclan puede afectar el resultado de la reacción. Por ejemplo, en la reacción de dos enantiómeros de una amina quiral con un ácido quiral, el orden en que se añaden los enantiómeros puede determinar qué enantiómero del producto se forma en exceso.
Otro ejemplo de sustancias no conmutativas es la reacción de ciertos tipos de polímeros. Algunos polímeros, conocidos como polímeros tácticos, pueden existir en diferentes formas estereorregulares, como isotáctica, sindiotáctica o atáctica. La estereorregularidad de un polímero afecta sus propiedades físicas y químicas, como su cristalinidad, punto de fusión y solubilidad. El orden en el que se mezclan diferentes polímeros tácticos puede afectar las propiedades generales de la mezcla de polímeros resultante.
Las sustancias no conmutativas también se encuentran en la química supramolecular, que se ocupa de las interacciones y el autoensamblaje de moléculas en estructuras más grandes. En algunos casos, el orden en el que se combinan diferentes moléculas puede determinar la estructura y las propiedades del conjunto supramolecular resultante.
La naturaleza no conmutativa de ciertas sustancias puede tener implicaciones importantes en diversos campos de la química, como la síntesis orgánica, la catálisis asimétrica, la química de polímeros y la química supramolecular. Comprender y controlar los efectos de la no conmutatividad es crucial para diseñar y optimizar reacciones químicas y materiales con las propiedades deseadas.