Por ejemplo, considere la molécula de cloruro de hidrógeno (HCl). El cloro es más electronegativo que el hidrógeno, por lo que los electrones del enlace covalente son atraídos más hacia el átomo de cloro. Esto crea una carga negativa parcial en el átomo de cloro y una carga positiva parcial en el átomo de hidrógeno. El dipolo molecular resultante es bastante fuerte, lo que le da al HCl un carácter polar.
Otro ejemplo es la molécula de agua (H2O). El oxígeno es más electronegativo que el hidrógeno, por lo que los electrones en los enlaces O-H son atraídos más hacia el átomo de oxígeno. Esto crea una carga negativa parcial en el átomo de oxígeno y cargas positivas parciales en los átomos de hidrógeno. La disposición de estas cargas parciales da como resultado una estructura molecular doblada y un dipolo molecular fuerte, lo que convierte al agua en una molécula polar.
La fuerza del dipolo molecular puede influir en diversas propiedades de la molécula, como su solubilidad, punto de ebullición y reactividad. Las moléculas con dipolos fuertes tienden a ser más solubles en disolventes polares y tienen puntos de ebullición más altos debido a fuerzas intermoleculares más fuertes. Además, la presencia de un dipolo molecular fuerte puede afectar la reactividad química de la molécula, ya que puede influir en la atracción o repulsión entre la molécula y otras moléculas o iones.