Los metales alcalinos, como el sodio y el potasio, reaccionan más violentamente con los ácidos. Esto se debe a que son muy reactivos y pueden liberar una gran cantidad de energía cuando entran en contacto con un ácido. La reacción entre un metal alcalino y un ácido produce gas hidrógeno, que es altamente inflamable y puede provocar una explosión si no se controla adecuadamente.