1. Digestión de los alimentos :
- Fibra dietética: Muchos alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras y cereales integrales, contienen fibra dietética. Cuando consumimos estos alimentos y la fibra llega a nuestro intestino grueso (colon), las bacterias intestinales residentes fermentan esta fibra y producen hidrógeno como subproducto de sus procesos metabólicos.
- Otros Hidratos de Carbono: Algunos carbohidratos, como la fructosa y la galactosa, no se absorben completamente en el intestino delgado y también llegan al colon, donde las bacterias intestinales los fermentan y liberan hidrógeno en el proceso.
- Alcoholes de Azúcar: Los alcoholes de azúcar son edulcorantes comúnmente utilizados en chicles y productos sin azúcar. También pueden escapar de la digestión en el intestino delgado y sufrir fermentación en el colon, lo que lleva a la producción de hidrógeno.
2. Descomposición del agua:
- Electrólisis: En determinadas condiciones, como en presencia de enzimas o determinadas reacciones químicas en nuestro organismo, el agua (H2O) puede sufrir electrólisis, dividiéndola en hidrógeno (H2) y oxígeno (O2). La producción de hidrógeno de esta manera puede contribuir al contenido de hidrógeno del cuerpo, aunque puede ser un contribuyente relativamente menor en comparación con el hidrógeno obtenido de la digestión de los alimentos.
Es importante tener en cuenta que, si bien adquirimos hidrógeno de forma natural a partir de estas fuentes, su concentración en nuestro cuerpo es generalmente baja y no desempeña un papel importante en el metabolismo o la producción de energía de nuestro cuerpo como otros nutrientes clave. Sin embargo, el hidrógeno ha sido objeto de investigaciones para posibles usos terapéuticos en determinadas afecciones médicas, como efectos antioxidantes o propiedades antiinflamatorias. Aún así, se necesita más investigación para comprender completamente su impacto y papel en la fisiología humana.