1. No más disolución:
- Una solución salina se considera saturada cuando no se puede disolver más sal en ella a una temperatura determinada. Esto significa que la solución ha alcanzado su capacidad máxima para retener sal disuelta. Si se agrega más sal, no se disolverá y, en cambio, permanecerá como partículas sólidas en el fondo del recipiente.
2. Cristalización:
- Cuando una solución salina se satura, el exceso de sal más allá de su máxima solubilidad comienza a formar cristales. Estos cristales son formaciones de sal sólida que se pueden observar creciendo en la superficie de la solución, en los lados del recipiente o incluso en el fondo. La cristalización es un signo inequívoco de una solución saturada.
3. Nubosidad o Precipitación:
- A medida que la solución salina se vuelve más concentrada y se acerca a la saturación, puede comenzar a verse turbia o lechosa. Esta turbidez se debe a la formación de pequeñas partículas de sal no disueltas suspendidas en la solución. Esto sucede porque la solución ya no puede disolver eficazmente la sal, lo que provoca precipitación.
4. Aparición del exceso de sal:
- Después de añadir más sal a la solución, el exceso de sal no desaparecerá por completo. En cambio, permanecerán como partículas sólidas sin disolver, formando una capa en el fondo o los lados del recipiente. Esta presencia visible de sal sin disolver es una indicación de que la solución ha alcanzado la saturación.
5. Concentración constante:
- Al agregar sal a una solución saturada, la concentración de la solución permanece sin cambios. La cantidad de sal disuelta se mantiene en su límite máximo. Incluso mezclar o agitar durante mucho tiempo no conduce a ninguna disolución adicional ni a un aumento de la concentración.
Es importante tener en cuenta que la saturación depende de la temperatura. Una solución que está saturada a una temperatura más alta puede volverse insaturada si la temperatura disminuye, lo que lleva a la formación de cristales a medida que el exceso de sal precipita de la solución.