El agua de lluvia puede convertirse aproximadamente en gas mediante el proceso de evaporación. La evaporación ocurre cuando las moléculas de agua en la superficie de un líquido absorben energía de su entorno y obtienen suficiente energía cinética para escapar al aire en forma de vapor de agua. Cuando el agua de lluvia cae al suelo u otras superficies, forma charcos y masas de agua. A medida que estos cuerpos de agua quedan expuestos al calor del sol y otras fuentes de energía, las moléculas de agua en sus superficies ganan suficiente energía para evaporarse y convertirse en vapor de agua. La tasa de evaporación depende de varios factores, incluida la temperatura, la humedad, la velocidad del viento y la superficie del cuerpo de agua.