El agua puede volverse ácida debido a una variedad de factores, incluidos procesos naturales como la disolución de minerales de las rocas y el suelo, y actividades humanas como la liberación de contaminantes de fábricas y vehículos. Cuando los contaminantes ácidos se liberan a la atmósfera, pueden disolverse en el agua de lluvia, volviéndola ácida. La lluvia ácida puede entonces acidificar el suelo y el agua, provocando la alteración de los ecosistemas y la corrosión de las infraestructuras.
La acidez del agua también puede deberse a la presencia de dióxido de carbono (CO2) disuelto. Cuando el CO2 se disuelve en agua, forma ácido carbónico (H2CO3), que contribuye a la acidez del agua. Esto puede ocurrir naturalmente mediante el intercambio de CO2 entre la atmósfera y el agua, o mediante la liberación de CO2 de actividades humanas como la quema de combustibles fósiles.
En resumen, "agua ácida" no tiene una fórmula química específica, pero se refiere a agua que tiene un valor de pH inferior a 7 debido a la presencia de iones de hidrógeno o ácidos disueltos, incluido el ácido carbónico.