1. Oxidación: El oxígeno es un elemento altamente reactivo y se combina fácilmente con otros elementos para formar óxidos. Este proceso se conoce como oxidación. Por ejemplo, cuando el hierro se expone al oxígeno, se oxida para formar óxido de hierro, comúnmente conocido como óxido.
2. Combustión: El oxígeno es esencial para la combustión, que es una reacción química que implica la rápida oxidación del combustible. Cuando se enciende un combustible como la madera, el papel o la gasolina, reacciona con el oxígeno para producir calor, luz y dióxido de carbono.
3. Respiración: El oxígeno es vital para la respiración, que es el proceso mediante el cual los organismos vivos convierten los alimentos en energía. Durante la respiración, los pulmones absorben oxígeno y lo transportan a las células, donde reacciona con la glucosa (un azúcar) para producir dióxido de carbono y agua, liberando energía en forma de ATP.
4. Fotooxidación: Este es un cambio químico en el oxígeno causado por la acción de la luz. En este proceso, las moléculas de oxígeno absorben energía de la luz y se excitan. Estas moléculas de oxígeno excitadas pueden luego reaccionar con otras moléculas, provocando cambios químicos. La fotooxidación es un proceso común en la atmósfera, donde contribuye a la formación de smog y otros contaminantes.
5. Ozonólisis: Este es un cambio químico en el oxígeno que implica la reacción del oxígeno con el ozono. En esta reacción, las moléculas de ozono se dividen y reaccionan con otras moléculas, provocando cambios químicos. La ozonólisis se utiliza en diversos procesos industriales, como la producción de caucho y plásticos.
Estos son sólo algunos ejemplos de los muchos cambios químicos que puede sufrir el oxígeno. Debido a su alta reactividad, el oxígeno participa en una amplia gama de procesos químicos tanto en entornos naturales como industriales.