Los eructos de metano pueden liberar enormes cantidades de metano a la atmósfera en un corto período. Esto plantea importantes preocupaciones porque el metano es un potente gas de efecto invernadero, con un potencial de calentamiento global 84 veces mayor que el dióxido de carbono en un período de 20 años. La liberación repentina de grandes cantidades de metano puede contribuir al calentamiento global, exacerbando el cambio climático.
Los eructos de metano se asocian comúnmente con ciertas regiones geográficas, como el Océano Ártico, donde el derretimiento del hielo marino y los cambios de temperatura afectan la estabilidad de los depósitos de hidrato de metano. Estos eventos también se han observado en el Océano Atlántico Norte, el Golfo de México y otras áreas donde las condiciones favorecen la formación y descomposición del hidrato de metano.
Los científicos están estudiando activamente los eructos de metano para comprender mejor los desencadenantes, la frecuencia y la magnitud de estos eventos. Los esfuerzos de investigación incluyen monitorear la temperatura y la presión del océano, analizar muestras de sedimentos y realizar experimentos controlados para simular la disociación del hidrato de metano. Al comprender estos procesos, los científicos pueden desarrollar estrategias para mitigar el impacto de los eructos de metano en el clima global.
Vale la pena señalar que los eructos de metano son distintos de otras fuentes de emisiones de metano, como las filtraciones naturales y las liberaciones inducidas por el hombre en industrias como la agricultura, los vertederos y la producción de gas natural. Sin embargo, todas las fuentes contribuyen al aumento general de las concentraciones de metano en la atmósfera y contribuyen al calentamiento global.