Coerción: Cuando una parte es coaccionada o forzada a realizar una transacción, se considera moralmente repugnante. La coerción puede adoptar diversas formas, como fuerza física, amenazas o presión económica. Por ejemplo, una persona puede verse obligada a vender su propiedad a un precio injusto debido a dificultades financieras o amenazas de un individuo u organización poderosa.
Explotación: La explotación ocurre cuando una parte se aprovecha de la vulnerabilidad o la falta de conocimiento de otra para obtener una ventaja injusta. Por ejemplo, un vendedor puede tergiversar la calidad de un producto o servicio para manipular a un comprador que no está bien informado. Explotar a poblaciones vulnerables, como los ancianos o las personas de bajos ingresos, es particularmente atroz y moralmente repugnante.
Enriquecimiento injusto: Una transacción se considera moralmente repugnante si resulta en un enriquecimiento injusto, donde una parte gana a expensas de otra sin proporcionar una compensación o valor justo a cambio. Esto puede ocurrir en situaciones que involucran uso de información privilegiada, fraude o corrupción, donde los individuos usan su conocimiento o poder para manipular el mercado para beneficio personal.
Engaño y fraude: Las transacciones de mercado deben basarse en la honestidad y la transparencia. El engaño y el fraude socavan la integridad del mercado y pueden tener importantes consecuencias negativas tanto para los individuos como para la sociedad. Por ejemplo, los esquemas Ponzi o piramidales engañan a los inversores prometiéndoles altos rendimientos con poco o ningún riesgo, lo que genera pérdidas financieras importantes para los involucrados.
Daño ambiental: Las actividades de mercado que causan un daño ambiental significativo también pueden considerarse moralmente repugnantes. Por ejemplo, extraer recursos naturales sin tener en cuenta el impacto ecológico o contaminar el medio ambiente para obtener beneficios económicos puede tener consecuencias negativas a largo plazo para el planeta y sus habitantes.
Mercantilización de bienes nocivos: La mercantilización de bienes nocivos, como drogas o armas adictivas, puede considerarse moralmente repugnante. Estos productos pueden causar daños importantes a las personas y a la sociedad, y su venta y distribución plantean preocupaciones éticas sobre la prioridad de las ganancias sobre la salud y la seguridad públicas.
Es importante señalar que estos factores son subjetivos hasta cierto punto y pueden variar según las perspectivas morales individuales y sociales. Ciertas prácticas de mercado que se consideran moralmente repugnantes en un contexto o sociedad pueden ser aceptables o incluso fomentadas en otro.