Una de las formas más comunes en que el agua disuelve las piedras es mediante un proceso llamado hidrólisis. La hidrólisis es una reacción química que ocurre cuando las moléculas de agua rompen los enlaces entre los átomos de un mineral. Este proceso es más efectivo cuando el agua es ácida, ya que la acidez ayuda a acelerar la reacción.
Otra forma en que el agua disuelve la piedra es mediante un proceso llamado carbonatación. La carbonatación ocurre cuando el agua reacciona con el dióxido de carbono para formar ácido carbónico. El ácido carbónico es un ácido débil, pero aún es lo suficientemente fuerte como para disolver muchos minerales.
La velocidad a la que el agua disuelve la piedra depende de varios factores, incluido el tipo de piedra, la acidez del agua y la temperatura del agua. Algunas piedras, como la piedra caliza, se disuelven más fácilmente en agua que otras, como el granito. El agua ácida es más eficaz para disolver piedras que el agua neutra o básica. Y el agua más cálida es más eficaz para disolver la piedra que el agua más fría.
El proceso de disolución de la piedra en agua es continuo. Con el tiempo, incluso las piedras más resistentes acabarán por desgastarse. Este proceso es esencial para la formación de paisajes, ya que ayuda a crear los valles y montañas que vemos hoy.
Además de su papel en la erosión, el agua también desempeña un papel en la formación de cuevas. Las cuevas se forman cuando el agua se filtra en el suelo y disuelve la roca. Con el tiempo, el agua puede crear grandes cámaras y túneles. Algunas de las cuevas más famosas del mundo, como Mammoth Cave en Kentucky, se formaron al disolver piedra en agua.