El sabor amargo es uno de los cinco sabores básicos que el ser humano puede percibir. A menudo se asocia con sustancias desagradables o nocivas, como veneno, alimentos en mal estado y ciertos medicamentos. Sin embargo, muchas personas también disfrutan de algunos compuestos amargos, como la cafeína y el chocolate.
La percepción del sabor amargo se ha estudiado durante siglos, pero el mecanismo exacto por el cual saboreamos los compuestos amargos sigue siendo un misterio. Los investigadores de Monell creen que por fin han resuelto este misterio.
El equipo descubrió que una proteína específica de la lengua, llamada TAS2R38, se une a compuestos amargos. Esta unión desencadena una señal que se envía al cerebro, donde se interpreta como un sabor amargo.
Este descubrimiento supone un avance significativo en nuestra comprensión de cómo percibimos el gusto. Podría conducir a nuevos tratamientos para afecciones como los trastornos del gusto y la obesidad. Los trastornos del gusto pueden afectar a personas de todas las edades y pueden dificultar el disfrute de la comida y la bebida. La obesidad es un problema creciente en todo el mundo y, a menudo, está relacionada con una dieta rica en grasas y azúcar. Al comprender cómo percibimos el sabor amargo, los investigadores esperan desarrollar nuevas formas de ayudar a las personas a evitar alimentos no saludables y llevar una dieta más saludable.
El estudio fue publicado en la revista Nature.