* Los tensioactivos desempeñan un papel clave en la formación de burbujas
* Los hallazgos podrían conducir a nuevas tecnologías para la limpieza, la administración de medicamentos y más
Durante siglos, los científicos han estado fascinados por la formación de burbujas de gas en un líquido. Estas burbujas son esenciales para muchos procesos cotidianos, como hervir agua, hacer pompas de jabón y fermentar cerveza. Sin embargo, los mecanismos exactos que gobiernan la formación de burbujas siguen siendo un misterio.
Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de California, Berkeley, ha resuelto el misterio. Sus hallazgos, publicados en la revista Nature, revelan que los tensioactivos desempeñan un papel clave en la formación de burbujas.
Los surfactantes son moléculas que tienen regiones hidrofílicas (que aman el agua) e hidrofóbicas (que odian el agua). Pueden reducir la energía de las superficies líquido-líquido y gas-líquido. Cuando se agrega un surfactante a un líquido, se adsorberá en la interfaz líquido-líquido o gas-líquido, reduciendo así la tensión superficial. Esta reducción de la tensión superficial permite que se formen burbujas más fácilmente.
Los investigadores descubrieron que el tamaño y la estabilidad de las burbujas están determinados por la concentración de tensioactivo en el líquido. En concentraciones bajas de surfactante, las burbujas son pequeñas e inestables. A medida que aumenta la concentración de surfactante, las burbujas se vuelven más grandes y estables.
Los investigadores también encontraron que el tipo de surfactante puede afectar las propiedades de las burbujas. Por ejemplo, algunos tensioactivos producen burbujas más esféricas, mientras que otros producen burbujas más alargadas.
Los hallazgos de este estudio podrían conducir a nuevas tecnologías para la limpieza, la administración de medicamentos y más. Por ejemplo, los investigadores creen que sus hallazgos podrían utilizarse para desarrollar nuevos detergentes que sean más eficaces para eliminar la suciedad y la grasa. También podrían usarse para desarrollar nuevos sistemas de administración de fármacos que sean más eficientes para atacar células específicas.
Fuente: Universidad de California, Berkeley