El sabor amargo es uno de los cinco sabores básicos, junto con el dulce, el ácido, el salado y el umami. A menudo se asocia con alimentos desagradables, como el café, el chocolate y la cerveza. Sin embargo, el sabor amargo también juega un papel importante a la hora de protegernos de sustancias nocivas. Por ejemplo, muchas plantas venenosas tienen un sabor amargo, lo que disuade a los animales de comerlas.
El descubrimiento del equipo de Monell podría ayudar a explicar por qué algunas personas son más sensibles al sabor amargo que otras. También podría conducir a nuevos tratamientos para afecciones como los trastornos del gusto, que pueden dificultar el disfrute de la comida. Además, el descubrimiento podría tener implicaciones para la obesidad. Algunos investigadores creen que las personas con sobrepeso u obesidad pueden tener una sensibilidad reducida al sabor amargo, lo que podría llevarles a consumir más alimentos ricos en calorías.
La investigación del equipo de Monell fue publicada en la revista Nature. El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud.
Este descubrimiento es un importante paso adelante en nuestra comprensión de la percepción del gusto. Podría tener implicaciones importantes para nuestra comprensión de una amplia gama de afecciones, desde trastornos del gusto hasta la obesidad.