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    El descubrimiento de cómo los humanos experimentan el olor a muerte podría salvar vidas

    "El olor de la muerte" de Edvard Munch.

    "Y el cielo estaba mirando ese magnífico cadáver
    Florece como una flor.
    Tan espantoso era el hedor que creías
    Te desmayarías sobre la hierba.
    Los moscardones zumbaban alrededor de ese vientre putrefacto,
    De donde salieron batallones negros
    De gusanos, que rezumaba como un líquido pesado
    A lo largo de esos andrajos vivientes ".

    Este poema fue escrito por Charles Baudelaire en 1857, cuando los científicos no sabían realmente qué era el olor a muerte. Quizás la morbosa curiosidad de Baudelaire inspiró el trabajo del médico alemán Ludwig Brieger, quien un par de décadas más tarde describió por primera vez los principales compuestos químicos responsables del olor a "carne podrida":una mezcla de putrescina y cadaverina.

    Pero, ¿cómo sienten los humanos este olor aterrador? Nuestro nuevo estudio, publicado en PLOS Biología Computacional , ahora ha descubierto los detalles bioquímicos. Extrañamente los hallazgos pueden ayudar a tratar los principales trastornos del estado de ánimo, como la depresión.

    En años recientes, el olor a muerte se ha convertido en un tema importante de investigación debido a su potencial de ser utilizado como herramienta forense. Su composición e intensidad exactas podrían ayudar a distinguir los restos humanos de los animales, e incluso a determinar el momento de la muerte. Esta información podría utilizarse al entrenar perros detectores de restos humanos.

    Nuestro sentido del olfato se basa en la detección de moléculas en el aire. Las proteínas que pertenecen a una gran familia, los receptores acoplados a proteínas G (GPCR), lo hacen detectando moléculas fuera de la célula y activando respuestas fisiológicas. Esto incluye no solo el olfato, pero también visión, el gusto y la regulación del comportamiento y el estado de ánimo.

    La interacción que estas proteínas tienen con el mundo exterior las convierte en objetivos importantes para el desarrollo de fármacos:alrededor de un tercio de los fármacos disponibles en la actualidad se diseñaron para interactuar con ellos. Entre los 800 GPCR humanos, más de 100 están clasificados como "huérfanos", lo que significa que no sabemos qué moléculas son capaces de detectar y cómo interactuarían con ellas. Como consecuencia, su potencial para desarrollar nuevos medicamentos es particularmente difícil de explotar.

    Pero nuestra nueva investigación ha establecido recientemente que dos de estos huérfanos, los receptores humanos TAAR6 y TAAR8, son capaces de detectar moléculas de putrescina y cadaverina. Utilizando estrategias computacionales, incluido el modelado de la estructura tridimensional de los receptores, revelamos exactamente cómo interactúan con las sustancias químicas de la muerte.

    Hay muchas aplicaciones directas de este trabajo. Por ejemplo, Podríamos diseñar medicamentos para reducir la sensibilidad a esos olores en personas que sufren de una mayor percepción del olfato (hiperosmia) o que trabajan en entornos donde esos compuestos están presentes. También pueden ser útiles para desarrollar una nueva forma de "gas lacrimógeno" para el control de disturbios mediante la creación de compuestos artificiales que activan esos receptores.

    Abordar la depresión

    A largo plazo, Los hallazgos también podrían ayudarnos a abordar los principales trastornos del estado de ánimo. Varias variaciones específicas en TAAR6 se han asociado previamente con condiciones que afectan a una proporción considerable de la población mundial:depresión, trastornos bipolares y esquizofrénicos. Por ejemplo, Se descubrió que una variante afecta la forma en que las personas responden a los antidepresivos, mientras que otro se relacionó con un mayor riesgo de suicidio.

    Por lo tanto, la investigación podría ayudarnos a desarrollar un nuevo método no invasivo para respaldar el diagnóstico. A los pacientes con trastornos importantes del estado de ánimo se les podría ofrecer una "prueba de olor a muerte", donde una respuesta anormal (experimentarla con más o menos fuerza de lo normal) a esos estímulos de olor podría indicar que portan una de las variantes de TAAR6 que aumenta la susceptibilidad a condiciones mentales específicas.

    Una vez diagnosticado, las personas que padecen estas afecciones también podrían obtener ayuda específica de nuevos medicamentos; la variante genética detectada podría tener como objetivo aliviar los síntomas del trastorno psiquiátrico. Si bien actualmente no conocemos los mecanismos bioquímicos exactos por los cuales una variante determinada causa una condición de salud mental específica, nuestro estudio es un punto de partida muy útil para descubrirlo, ya que explica el mecanismo bioquímico involucrado en la interacción de TAAR6 con compuestos externos.

    Entonces sería fácil estimar cómo la presencia de una determinada variante afectaría esa interacción. Establecer el vínculo con su respuesta fisiológica, ayudándonos a comprender qué compuestos alteran el estado mental, sería más desafiante. Sin embargo, incluso si se desconoce la ruta detallada entre el fármaco y el resultado final, simplemente probarlos en animales y ensayos clínicos en humanos a menudo puede ser suficiente para demostrar que funcionan.

    El propio Baudelaire se vio afectado por el trastorno bipolar:el gran poeta atribulado escribió sobre sus pensamientos suicidas e incluso intentó suicidarse cuando su amante y musa, Jeanne Duval, fue rechazado por su familia. ¿Podría el poeta haber imaginado alguna vez que dentro del cadáver podrido que describió tan vívidamente podría haber residido un remedio para su condición mental?

    Este artículo se publicó originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.




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