Si bien la serotonina a menudo se asocia con el cerebro y el estado de ánimo, en realidad se produce en cantidades mucho mayores en el intestino. Desempeña un papel crucial en la regulación de la digestión, el apetito y la motilidad intestinal.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el cerebro También produce serotonina, pero en cantidades más pequeñas en comparación con el intestino. Esta serotonina derivada del cerebro está involucrada en la regulación del estado de ánimo, el sueño, el apetito y otras funciones cognitivas.